Se acostaban hacia las nueve o las diez de la noche y dormían hasta medianoche o la una. En ese momento, se levantaban y estaban despiertos durante una o dos horas (período que se conocía como la «vigilia» propiamente dicha) hasta que volvían a acostarse para su «segundo sueño» de la noche, que duraba hasta la mañana
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Hoy, nuevos algoritmos y dispositivos que monitorizan el sueño prometen medir su cantidad y su calidad, y se nos insta a preocuparnos tanto por nuestro rendimiento nocturno como por el de nuestras actividades diurnas.
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una existencia anodina, mecánica, pero ésa es la existencia que esos gráficos de los ciclos circadianos presuponen, pues no registran hábitos de siestas, por ejemplo, ni variaciones en los patrones del sueño.
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Dentro de esta misma concepción del futuro guiada por el mercado,
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Dentro de esta misma concepción del futuro guiada por el mercad
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Los horribles momentos nocturnos de su insomnio se convirtieron así en una especie de castigo para él
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durante la Revolución Industrial, el tiempo se convirtió en algo que se gasta [spend] y dejó de ser algo que pasaba [pass]*;
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Pero el problema es que sólo es (potencialmente) gratis si usted no resulta ser como más del 95 % de la población mundial, que es el porcentaje de las personas que tienen que hacer no pocos esfuerzos por ganarse la vida, personas que tienen jornadas laborales largas, personas a quienes preocupan sus seres queridos y las exigencias de sus jefes en el trabajo, y personas que apenas logran acceder a los servicios básicos.
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Hoy mantenerse con vida se considera una responsabilidad personal, un deber que debemos esforzarnos continuamente en cumplir, de tal modo que existir es ahora una labor o un producto de nuestra eficiencia, como también el trabajo ya venía siéndolo desde hace tiempo.