Cuando decimos que las cosas y los acontecimientos sólo puede establecerse en los términos que dicta su naturaleza de origen dependiente, que carecen de realidad intrínseca, de existencia o identidad inherentes, no queremos negar la existencia de los fenómenos. La «desidentidad» de los fenómenos apunta más bien al modo en que existen las cosas; no de forma independiente, sino de forma interdependiente. Lejos de socavar así la noción de la realidad fenoménica, creo que el concepto de origen dependiente proporciona un marco muy robusto dentro del cual podemos situar la causa y el efecto, la verdad y la falsedad, la identidad y la diferencia, el perjuicio y el beneficio. Por lo tanto, es sumamente erróneo inferir de esta idea cualquier clase de enfoque nihilista de la realidad. En modo alguno trato de apuntar a la nada, a que ningún objeto sea el que es. En efecto, si tomamos la ausencia de identidad intrínseca por objeto de ulteriores inda