Libros
Marta Carnicero

El cielo según Google

  • Laura Sánchezcompartió una citahace 3 años
    cada vez que sonaba el teléfono se me desbordaba algo por dentro y me lo imaginaba al otro lado, y entonces me decía ahora sí, y pensaba que había llegado el momento y que todo estaba a punto de cambiar. Todavía hoy me pasa; lo reconozco
  • Laura Sánchezcompartió una citahace 3 años
    paso mucho tiempo en la memoria
  • Adal Cortezcompartió una citahace 4 años
    No sé si contarlo todo sirve para construir una relación más sólida, pero esconder cosas (y más cuando son, en apariencia, irrelevantes) siempre me ha parecido una forma de engaño, sobre todo para quien lo practica: una suerte de autojustificación cuanto menos sospechosa
  • Adal Cortezcompartió una citahace 4 años
    Con el tiempo aprendería que las mentiras no son grandes o pequeñas según lo que encubren, sino en función de los efectos que provocan cuando son descubiertas
  • Adal Cortezcompartió una citahace 4 años
    Las redes sociales le parecían el escaparate perfecto para aquella vida repleta de actividad pero carente de propósito, una exaltación de la amistad y el buenrollismo que había que compartir en tiempo real; el paraíso para los lanzamientos de caña encubiertos bajo pulgares alzados que más que me gusta servían para hacer público que me gustas
  • Adal Cortezcompartió una citahace 4 años
    La vida con Marcel siempre había sido fácil. Júlia confiaba en él y sabía que no tenía que preocuparse por nada; su marido la veía guapa, incluso cuando no lo estaba, y a menudo le demostraba que sólo tenía ojos para ella. No miraba a las demás como posibles candidatas, y si alguna vez lo había hecho, ella no se había dado cuenta. Siempre había pensado que era una mujer afortunada: muchas de sus amigas, tras el fracaso de años de trillada convivencia, se habían visto inmersas en el juego del segundo turno, buscando empezar de nuevo entre un montón de candidatos con varias vidas a sus espaldas. Las reglas del juego eran extrañas, una especie de regreso a la adolescencia pero sin la ingenuidad de los diecisiete, donde cualquier reacción demasiado sincera era juzgada con desconfianza y vista como una debilidad. Los participantes tenían la vida organizada, hijos, aficiones, hipotecas, y buscaban a alguien dispuesto a encajar en los huecos del día a día más que a adaptarse al modus vivendi de un nuevo compañero.
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