Ahora que la actriz Willow Avery ha salido de rehabilitación, solo le queda una oportunidad para demostrar a los directores de cine que no ha decaído. O al menos eso es lo que le dicen sus padres y su agente. En realidad, a ella su carrera no le importa lo más mínimo. Pero, le guste o no, actuar es lo único que se le da bien, y se ve empujada a aceptar el papel protagonista en una película ambientada en Hawai. Allí conoce a Cooper, el guapísimo surfista que la entrenará. Tiene los ojos más azules que ha visto y el acento australiano más sexy que ha oído, y es diferente a todos los hombres que ha conocido. Y lo más importante de todo: parece que no quiere utilizarla.
