Alberto Flores D'Arcais,Marco Tedesco

Hielo

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  • Karii Mtzcompartió una citahace 4 años
    Nos disponemos a recoger los datos que nos ayudarán a comprender en qué medida el cambio climático influye en que estos hielos se derritan, y cómo eso, a su vez, influye en la subida del nivel de los mares.
  • Karii Mtzcompartió una citahace 4 años
    En realidad, entre los inuit existe la creencia de que los osos se dejan matar para que su alma pueda obtener los dones que los cazadores ofrecen después de la cacería. En el caso de que hayan matado a un oso macho, los cazadores dejan sus armas y otros utensilios de caza sobre el hielo; si se trata de una hembra, dejan una caja para agujas, un rascador y cuchillos. Si el oso al que se ha dado muerte ha recibido los honores que le corresponden por parte del cazador, entonces su espíritu compartirá con los amigos la buena noticia y en el futuro los osos estarán encantados (por decirlo de algún modo) de que los mate ese cazador en concreto y no otro.
  • Karii Mtzcompartió una citahace 4 años
    La leyenda inuit cuenta que Malina (el Sol) y Anningan (la Luna), aquí hermana y hermano, estaban muy unidos de pequeños, pero cuando crecieron fueron separados para que vivieran en las respectivas zonas habilitadas para hombres y mujeres. Un día, Anningan, mientras observaba a las mujeres, se dio cuenta de que su hermana era la más guapa de todas. Entonces decidió visitarla de noche en su cama y, aprovechando la oscuridad, abusó de la pobre Malina, que además no tenía ni idea de que aquel hombre era su hermano. La segunda vez, Malina estaba preparada. Se embadurnó las manos con ceniza de las lámparas, a fin de manchar el rostro del violador y poder reconocerlo al día siguiente. Aguardó con paciencia y, cuando Anningan volvió a su cama, ella le tocó la cara y se la tiznó de negro.

    Al día siguiente, Malina inició la búsqueda entre los hombres del pueblo para ver quién era el malvado y, con gran pesar y cierta sorpresa, descubrió que el responsable era Anningan. Cegada por la ira, se amputó los senos y se los ofreció a su hermano, diciendo: «¡Si de verdad te gusto tanto, cómetelos!». Y salió huyendo. Anningan, impelido también por la rabia, salió tras ella, y los dos corrían tan de­prisa que acabaron por elevarse. Y así fue como se convirtieron en los dos astros que todavía hoy continúan persiguiéndose en el cielo.

    La leyenda cuenta también que Anningan se olvida a menudo de comer, quedándose cada vez más delgado hasta que desaparece tres días al mes (con ocasión de la luna nueva), durante los cuales se alimenta y recupera fuerzas para proseguir la persecución
  • Karii Mtzcompartió una citahace 4 años
    ino también el hecho de que el sol —y de que el hielo sea cada vez más «oscuro»
  • Karii Mtzcompartió una citahace 4 años
    Estudia­remos no solo el impacto del aumento de las temperaturas en la formación y la evolución de los sistemas de aquellos ríos y lagos
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