mi bisabuelo es un viejecito con la cara afeitada, encogido, ensimismado: tiene el pelo gris, claro, largo, peinado hacia atrás; sus ojos son pequeños, a medio abrir, como si mirara algo lejano y brillante (y ya veremos luego que, en efecto, lo que él estaba mirando siempre era algo brillante y lejano); su boca es grande, y la nariz hace un pico sobre la larga comisura.
Este pequeño viejo esta con la cabeza suavemente inclinada; se ve en su indumentaria una corbata negra, de lazo: por encima de ella, tocando las mandíbulas, aparecen dos pequeños triángulos blancos del cuello, y por debajo, sobre el pecho, otro triángulo, que es la pechera. El traje de mi bisabuelo es negro; lleva también una capa negra, de cuello enhiesto, y por entre sus pliegues, a la altura del pecho, aparece la mano amarilla y huesosa del pequeño viejo, medio extendida, como señalando, pero sin afectación, cuatro o seis infolios que se destacan a la derecha con sus tejuelos rojos y verdes.