Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 3 años
El amor —sostiene Luis— debe ser algo grato, regocijado y ameno; si causa penas, inquietudes y sofocos, hay que renegar de él y hacerse fraile
Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 3 años
Adoro a las mujeres…, pero soy muy justo y las adoro a todas por igual, sin creer en la divinidad de ninguna
Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 3 años
No se sabe qué hechizo existía en aquel muchacho, ni muy guapo ni muy feo, de cara redonda y fino bigote castaño, de ojos alegres y frente muy blanca, en la cual el pelo señalaba cinco atrevidas puntas
Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 3 años
Te prohíbo —me dijo severamente— que dudes de mi cordura… Solo que, entérate: eso de la pasión y demás zarandajas tiene, entre otros encantos, el de que lo mismo puede dañar el padecerlo como el hacerlo sentir… Igual fastidia querer o ser querido… ¿Te has enterado? Y mutis
Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 3 años
He metido la mano en un cesto de flores y había en él la viborilla del amor. ¡Condenado! El caso es que la señora…; bueno, tú ya no ignoras cómo se llama
Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 3 años
En primer término, Luis propuso el remedio de la cobardía: la fuga. Un viaje a París…, a Buenos Aires…, al Polo Norte… Yo aconsejé el de la semicobardía: el aplazamiento
Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 3 años
Era la sed de inmortalidad que a veces acomete a los seres más predestinados al olvido, los cuales buscan la supervivencia en un afecto, en un corazón, y, a falta de esto, en unas piedras amontonadas
Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 3 años
Esto de las ambiciones humanas tiene mucho que observar. Cada quisque pone la mira en algo que quizá al vecino le sería indiferente. Hay ambiciones generales; hay otras individuales, extrañas y de difícil justificación, si no supiésemos que todas son igualmente vanas
Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 3 años
Pues con todo esto, Probo Gutiérrez anhelaba ocupar en el cementerio más feo del mundo un lugar de preferencia. Es de advertir que don Probo, no sé si por costumbre, por penitencia o por entretenimiento, era obligado acompañante de los cortejos fúnebres
Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 3 años
Con la intención había sido fratricida, y temblaba al imaginar que sus hijos, a quienes amaba tiernamente, llegasen a detestarse por un puñado de oro