La autora descubre los finales de los cuentos del escritor peruano Julio Ramón Ribeyro (1929–1994) como lugar cargado de afectividad y elocuencia, en el que el cuento ¬–en el juicio de Paloma Torres— alcanza su forma definitiva. Funciona como un prisma, cuyo vértice se apoya en la literalidad del texto y refracta el sentido general del relato. Además descubre el límite que Ribeyro pone una y otra vez a sus discretos personajes en su empeño por desenvolverse en el mundo que les rodea, y llega a alumbrar la filosofía del autor.