Aquellos que solemos refugiarnos en las páginas de los libros en busca de respuestas (aunque muchas veces volvamos al mundo con más preguntas), o en busca de entendimiento, o en busca de simpatía, sabemos que, en ocasiones, calienta más el fuego de la hoguera que hallamos entre las portadas de un libro que las hornillas reales de la estufa de nuestra casa.