Pero era la pregunta lo que más le molestaba. Claramente dirigida a él, confiando solo en su opinión cuando la paciente era ella. A veces, Lola se imaginaba levantándose de su sillón con agilidad y diciendo algo así como «atiendan esto entre ustedes, yo tengo cosas que hacer», pero la necesitaban para el show, eso se decía siempre a sí misma, y se recordaba que, con él, la mitad de su vida consistió siempre en tener paciencia.