Levantando Una Nueva Generación

La disciplina no es castigo; puede implicar dolor; pero el propósito es corrección y desarrollo. Nuestros hijos deben saber que cuando les quitamos privilegios o son castigados, no lo hacemos para atormentarlos, sino para que más adelante en la vida no tengan pautas de conducta que los perjudiquen

Si canta la alabanza los domingos y le grita a su esposa toda la semana, lo que hable sobre bondad y afecto no contará para nada ante los ojos de sus hijos, ¿hace todo lo que está a su alcance para llevarlo a cabo? Recuerde, usted es en público, lo que es en privado.

Planee pasar tiempo con sus hijos. Haga el devocional con ellos todos los días o por lo menos cada ocho días. Cualquiera que sea su programa de trabajo, es la responsabilidad como padre encontrar tiempo para estar a solas con sus hijos. Averigüe qué le interesa a cada uno, ya que cada hijo tiene sus gustos

director no es sólo la de dar órdenes y mantener la autoridad, sino también la de ser visionario y mirar en qué cosas esos niños podrían funcionar de manera natural y sencilla pero también única, pues el Cielo los ha dotado de esas habilidades para que las ejerzan. Como personas que interaccionamos con niños, tenemos esa función de apoyarlos para que vivan, crezcan y desarrollen el propósito de Dios en ellos

Enseñémosle al niño que gobierne bien su tiempo para realizar sus tareas, sus deportes, sus aficiones, sus gustos, etc.; pues como dicen los judíos, “una mente vacía es el taller del diablo” y “el ocio es la madre de todas las desgracias”.

Lo que se piensa, se habla; lo que se habla, se ama; lo que se ama, se hace; lo que se hace, determina un hábito y un hábito determina una cultura y una cultura determina un destino».

Las palabras tiernas y el afecto son importantes y significativos. Los estudios demuestran que cuando los niños no experimentan ese afecto, lo buscan en maneras de autodestrucción.
No debería pasar un día sin que un padre le diga a su(s) hijo(s): “Te amo”. Cada día puede ser la última vez que se tenga esa oportunidad.

-Principio de la ley « siembra y cosecha ». Cuando nuestros hijos toman malas decisiones, a veces lo mejor que podemos hacer los padres es quedarnos atrás y dejar que experimenten las consecuencias.
El aprender que «se cosecha aquello que se siembra» les ayudará a reflexionar cada vez que quieran tomar una mala decisión.
A menos que nuestros hijos vivan las consecuencias de sus decisiones, nunca serán capaces de tomar decisiones correctas y razonables por sí mismos