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Rafael Bernal

Trópico

  • martecompartió una citahace 4 años
    La mujer era una india tehuana, sin duda: una india joven y bonita que, con un machete, cortaba las duras raíces del mangle para meter allí la canoa mientras Filadelfo se detenía.
  • martecompartió una citahace 4 años
    PREÁMBULO

    Arenales de Tonalá, esteros de Mapastepec, pampas del Quexexapa y del Zacualpa sucio, lagunas de Zacapulco —criadoras de garzas—, montañas de Huehuetán, cacaotales del Soconusco, Suchiate manchado de sangre.

    Es la costa de Chiapas, reclinada en la sierra limpia y bañada por el Pacífico majestuoso.

    Arriba, los cafetales sombríos y olorosos, los caminos bordeados de tulipanes y té limón, los ríos limpios como venados entre las piedras.

    Abajo, las aguas de los esteros se pudren inútilmente y la selva engendra la maldad en el corazón de los hombres. Abajo está la muerte entre los lodazales, están el oro fácil, el aguardiente y la sangre. Siempre la sangre.

    Abajo reina la codicia. Ella mueve a los hombres, ella es la reina de la costa, destructora de impulsos. Porque en la selva húmeda no ha entrado la palabra de Dios ni el nombre de Cristo; y en los esteros y las pampas los hombres han arrojado a Dios de sus corazones para entregarse a la codicia, engendradora de males.

    ¡Costa de Chiapas! ¡Costa sin Dios y sin Cristo! Fértil esperanza de un mañana mejor.
  • martecompartió una citahace 4 años
    juzgar por la descripción cruda y desesperanzada de la realidad chiapaneca, podría decirse que Rafael Bernal fue a Chiapas como Joseph Conrad (o Charles Marlow) fue al Congo. No son pocas las similitudes entre El corazón de las tinieblas y Trópico. Ambos textos narran un descenso a los infiernos a la manera de Dante, a un horror del que los personajes no pueden escapar porque están sujetos a leyes atávicas que los sobrepasan y contra las que apenas se atreven a pelear porque saben de antemano que esa lucha está condenada a la derrota. La explotación del hombre por el hombre, representada en la novela de Conrad por el colonialismo europeo, tiene su equivalente en los cuentos de Bernal, donde el mal está encarnado en las figuras del cacique chino y los finqueros alemanes (los dueños de los cafetales del Socunusco, presentes en la zona desde el porfiriato).
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