La influencia determinante del agua dulce en todos los aspectos de la vida, unida al agravamiento de su escasez, problema al que España no es ajena, y a la evolución de la población, plantea la conveniencia de la búsqueda de equilibrios entre la oferta y la demanda de este bien, basados en don conceptos primordiales: suficiencia cuantitativa y cualitativa, y sostenibilidad.
Los modelos tradicionales de suministro de agua, sin considerar su auténtica utilidad o necesidad, han de dar paso a nuevos modelos de gestión en los que conceptos como la eficiencia económica, los impactos medioambientales, la contaminación, las pautas de consumo, etc.
han de ser tenidos en cuenta a la hora de planificar la política hidráulica y han de fomentar un control serio y riguroso de su cumplimiento por parte de las administraciones públicas concernidas. Un nuevo paradigma que podemos calificar como “Nueva Cultura del Agua”.