Archivo agonía

Tal vez el estar muriendo sea un rumor que puede no oírse, pero el morir es un silencio que tiene que ser escuchado.

Josefina Vicens

cuando mueren las personas, lo único que nos queda es su presencia en nuestros sueños. Sólo al soñarlas podemos imaginar estar a su lado

Estas cartas son un bálsamo ante mi soledad.

Todos esos instantes solían ser un recuerdo compartido.
Ahora que ella no está, sólo yo guardo la evidencia de que esos momentos sucedieron.

En cambio, la vida sucede en ráfagas, repentinas explosiones de estímulos sensoriales que solemos llamar anécdotas.

que haya sido, es obvio que al regresar de la oscuridad, el hombre alcanzó esa otra ladera de la montaña donde las cosas serias importan poco y el alma se abre exclusivamente al disfrute de los placeres simples.

una relación sacrificial. Y para Edith resultaba fundamental hacerle caso a la parvada de canarios en la mina de carbón que llamamos vida: «Le pongo atención a cómo las personas mueren, para vivir bajo advertencia», solía decir. «Estoy atenta. Escucho y husmeo. Así sabré cuando sea mi momento». Y lo supo.

Si los gases dentro de la mina eran muy fuertes o los niveles de oxígeno demasiado bajos, el ave se desmayaba o moría, mucho antes de que un cuerpo más grande, el del minero, sucumbiera al peligro. La muerte del pájaro advertía al humano

Todas las fotografías con las que trabajó Edith tienen una cosa en común: son imágenes que captan a personas inmersas en el instante de su propia muerte.

Edith empezó a criar su parvada tras sobrevivir al cáncer de mama a inicios de los sesenta. Quería mantenerse alerta. Cada imagen de una agonía que se encontraba en el periódico le metía freno a su tren de pensamiento.

le supliqué que me ilustrara en torno a la naturaleza de su parvada, para entender qué eran esas cosas que ella llamaba «canarios».