Arnold Toynbee, el famoso filósofo de la historia, nos informa de que el primer cometido de un héroe es ser eterno, o universal, lo que significa que, a través de un singular acto de valentía, un héroe se perfecciona y luego renace. El segundo cometido de un héroe es retornar, transfigurado, para enseñarnos a nosotros, los no iniciados, las lecciones que ha aprendido. Así que este libro es mi forma de aclamar a estos cinco héroes, a estos cinco conquistadores, de hacerles contar su historia, aterradora, pero revitalizante. Cada uno tuvo que matar a un minotauro distinto, utilizó un arma distinta y estrategias de batalla diferentes.
Es posible que de entrada me pareciera que estas cinco personas tenían muy poco en común, pero una vez despojadas de las envolturas económicas y culturales, sus necesidades inconscientes eran asombrosamente similares. Todas necesitaban sentirse queridas para tener una vida mejor.