La transición del siglo XX al siglo XXI no ha estado exenta de conflictos y perturbaciones en el ámbito internacional. Sin alcanzar las dimensiones y gravedad de las grandes guerras de la pasada centuria, y pese a su menor extensión geográfica, no dejan de registrar efectos desestabilizadores que, directa o indirectamente, afectan a las grandes potencias, adquiriendo con frecuencia dimensiones globales.
Algunos de estos conflictos son consecuencia de antiguos procesos de descolonización cerrados en falso (Cachemira). Otros proceden del final de imperios (URSS) y los deseos de determinados pueblos de diferentes razas, costumbres o religiones, aspirantes a su independencia como estados de pleno derecho. Por último, se incluyen en la obra movimientos internos de países musulmanes (Primavera Árabe), reclamando libertad y modernización de sus respectivos regímenes internos, más acordes con la evolución del mundo occidental en cuanto a su organización social y económica. En este caso, la intervención de grupos islamistas radicales ha introducido elementos de radicalización hasta llegar a guerras y desplazamientos de población civil (Siria) con niveles de gravedad no conocidos después de la Segunda Guerra Mundial.
Desafortunadamente, la mayoría de los conflictos referidos en este libro siguen vigentes, bien tras soluciones provisionales o situaciones de facto que nos hacen sino aplazar a futuro las tensiones latentes o las guerras inacabadas con soluciones difíciles de prever.
Para la mejor comprensión de las causas y orígenes de estos conflictos, se recogen –necesariamente de forma sintética- los aspectos históricos más significativos que clarifican el germen de los mismos, con raíces, frecuentemente, de origen muy lejano.
