Ideales infantiles, pero ¡pobre de aquel que se ría de ellos! Cuando veo dónde terminaron los miembros de la Filikí Etería—medicuchos, abogaduchos, comerciantes de poca monta, politicastros, gacetilleros—se me encoge el corazón. Es árido, así parece, es muy riguroso el clima de esta tierra, y las semillas más preciosas no germinan o acaban ahogadas por las ortigas y las matas de manzanilla. Y, sin embargo, por lo que veo, no he sentado cabeza todavía, y aun ahora, ¡gracias a Dios!, estoy siempre dispuesto a aventuras quijotescas.