Comentario Swindoll del Nuevo Testamento: Romanos

Tenemos el deber de desobedecer ese mandato (cf. Hechos 5:29). Pacífica y respetuosamente, tenemos que hacer como Dios manda.

«Busquen el bienestar de la ciudad adonde los he deportado, y pidan al Señor por ella, porque el bienestar de ustedes depende del bienestar de la ciudad» (Jeremías 29:7).

Por lo tanto, los gobiernos sirven los propósitos de Dios, ya sea que se lo propongan o no. Ellos se forman y prosperan con su permiso, y dejan de existir cuando ya no sirven a su plan.

A todas las autoridades terrenales se les ha concedido un monto limitado de autoridad, y aunque a menudo se comportan deficientemente, el Señor las usa para llevar a cabo sus propósitos (Isaías 45:1; Jeremías 25:9; Daniel 4:32).

estas autoridades son parte y parcela de un sistema mundial que recompensa el mal y se opone a la justicia de Dios. Entonces, ¿el obedecerlos no equivale a oponerse al orden de Dios?

Dios estableció su pacto con Abraham, prometió bendecir generaciones de ellos sin tomar en cuenta el mérito. En otras palabras, los descendientes de Abraham recibirían bendición y privilegios por el solo hecho de haber nacido de padres hebreos, un privilegio que nadie podría ganar y ni siquiera escoger.

Hasta dijo que tomaría en un instante su lugar en el tormento para verlos salvos (9:3).
¿Ve usted la ironía? Es intencional. Alguien ya ha tomado su lugar en el tormento. Pero rechazaron a su Mesías. Y si rechazaron al Hijo de Dios, ¿por qué iban a aceptar el mismo regalo de un pequeño evangelista de Tarso?

Dios no solo creó la humanidad y dirigió nuestro pasado, sino que ya ha dado forma a nuestro futuro.

Para ser llamado «apóstol», uno tenía que haberse encontrado con Jesucristo después de su resurrección y haber recibido su comisión para llevar las buenas nuevas a otros.

Las iglesias irrelevantes se vuelven frenéticas por asuntos inconsecuentes, son quisquillosas con su liderazgo, se critican unos a otros, hacen experimentos con estrategias mundanales para el crecimiento, y persiguen vanas filosofías.