Cómo pilotar una nave espacial

El paso del tiempo no perdona ni a los dioses

Siempre era un placer ayudar al ciudadano enfurecido con la autoridad.

El ser humano había desarrollado un sentido de la intimidad más profundo que cualquier otra especie. Paralelamente, germinó en ellos un sentido insondable de la curiosidad y el chismorreo.

Es curioso cómo dentro de la especie humana más que en ninguna otra especie, cada uno de los individuos tiende a concederse una importancia que no tiene, lo exprese en voz alta o no.

comprender a un gato es una odisea no deseada ni por el propio Ulises

según las palabras del gran postfilósofo Friedrichem Sartén —la filosofía había quedado obsoleta tras la invención de internerd, la realidad virtual que satisfacía todos los deseos de aquel que se adentrase en ella, normalmente relacionados con el aparato reproductor y su carencia de uso. Así, la internerd ocupaba el tiempo de los seres humanos con todo tipo de placeres preferibles a la engorrosa tarea de pensar (no obstante, la producción de opiniones basura no solo no disminuyó sino que, al contrario, aumentó vertiginosamente)—, cuando hablamos del individuo hablamos de la sociedad, porque leñe, me lo dijo un genio muy amable mientras cagaba).

—Y así es cómo se creó el Universo —sentenció el Eretrista Supremo Gin.
—Un momento —interrumpió Jan—. Entonces, la tetera de porcelana y el espagueti... ¿tuvieron sexo?

¿Nhops? Sí. ¿Umysh? Por supuesto. ¿Pelirrojos?, ¿qué es eso?

De esta manera, nacieron los partidos políticos. De un lado, los continuistas, de otro, los renovadores. Meros formalismos. Siempre tenía que quedar la sensación de que había opciones.

Nueve de cada diez astronautas recomiendan esta novela
(El autor no se hace responsable de posibles fallos en la estadística).