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Papa Benedicto XVI

La bendición de la Navidad

  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 4 meses
    Mirar hacia la estrella significa recibir luz y dar luz, hacer que la luz recibida brille dentro del mundo que nos rodea para que se convierta para otros en una indicación del camino.
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 4 meses
    De los dinosaurios se afirma que se extinguieron porque se habían desarrollado erróneamente: mucho caparazón y poco cerebro, muchos músculos y poca inteligencia. ¿No estaremos desarrollándonos también nosotros de forma errónea: mucha técnica pero poca alma? ¿Un grueso caparazón de capacidades materiales pero un corazón que se ha vuelto vacío? ¿La pérdida de la capacidad de percibir en nosotros la voz de Dios, de conocer y reconocer lo bueno, lo bello y lo verdadero?
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 4 meses
    Santa Isabel pidió a las personas que guardaran completo silencio ante el nacimiento del Niño. Eso podría aparecer a primera vista casi como un juego: el pequeño quiere dormir y no hay que molestarlo. Pero ese aparente juego es en realidad expresión de un respeto que es lo único que abre el camino hacia el misterio. El silencio es el ámbito de ese Niño. El silencio es el ámbito del nacimiento de Dios. Sólo si nosotros mismos entramos en el ámbito del silencio llegamos al lugar donde acontece el nacimiento de Dios

    ¿porque silencio para encontrarnos con Dios?

  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 4 meses
    El 16 de noviembre de 1231, cuando santa Isabel de Hungría estaba en su lecho de muerte, pasó sus últimas horas relatando acerca de la vida de Jesús tal como había aprendido a verla y a entenderla en la Biblia y en la proclamación de fe de la Iglesia. Hacia la medianoche pidió a los que la rodeaban que hicieran completo silencio. «Hablemos sobre el Señor y sobre el Niño Jesús, pues se acerca la medianoche, hora en que nació el dulce Niño Jesús»,16 dijo. Cuando llegó la hora de su muerte, Isabel hizo su entrada en el silencio de la Nochebuena. La noche de su muerte, ella entró en la noche de la luz.
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 4 meses
    u primer biógrafo, Tomás de Celano, narra en su segunda biografía lo siguiente: «Con preferencia a las demás solemnidades, celebraba con inefable alegría la del nacimiento del niño Jesús; la llamaba fiesta de las fiestas, en la que Dios, hecho niño pequeñuelo, se crió a los pechos de madre humana. Representaba en su mente imágenes del niño, que besaba con avidez; y la compasión hacia el niño, que había penetrado en su corazón, le hacía incluso balbucir palabras de ternura al modo de los niños. Y era este nombre para él como miel y panal en la boca».9
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 4 meses
    Tal vez pueda entendérselo de la mejor manera si se contempla en profundidad el contenido interior de nuestras costumbres de Adviento. Casi todas ellas hunden sus raíces en palabras de la Sagrada Escritura que la Iglesia utiliza durante ese tiempo en la oración. El pueblo creyente ha traducido en ellas de alguna manera la Escritura a lo visible.
    Por ejemplo, en el salmo 96 se encuentra la frase: «Que dancen de gozo los árboles del bosque, delante del Señor que hace su entrada». La liturgia ha ampliado la idea relacionándola con otras que hay en los salmos y formando así la frase: «Montes y colinas cantarán alabanzas en la presencia de Dios, y batirán palmas todos los árboles del bosque, porque viene el Señor, el Soberano, a ejercer su señorío eternamente».
    Los adornados árboles del tiempo de Navidad no son más
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 4 meses
    que el intento de hacer que esa frase se convierta en una verdad visible: el Señor está presente –así lo creían y lo sabían nuestros ancestros–; por tanto, los árboles deben ir a su encuentro, inclinarse ante él, convertirse en alabanza de su Señor. Y, fundados en la misma certeza de fe, esos ancestros nuestros hicieron que también fuesen verdad las palabras que refieren el canto de los montes y colinas: ese canto que ellos entonaron sigue resonando hasta nuestros días y nos permite presentir algo de la cercanía del Señor –la única que podía regalar al ser humano sones semejantes–.
    Hasta una costumbre aparentemente tan exterior como la repostería de Navidad tiene sus raíces en la liturgia de Adviento de la Iglesia, que en esos días de fin de año evoca la magnífica frase del Antiguo Testamento que dice: «Aquel día, los montes destilarán dulzura y las colinas manarán leche y miel». Los hombres de aquellos tiempos habían visto en esas palabras la síntesis de sus esperanzas en un mundo redimido. Y una vez más se dio que nuestros ancestros celebraron la Navidad como el día en que Dios vino realmente. Si Dios viene en la Navidad, reparte, por decirlo así, la miel. Por tanto, tiene que ser verdad que la tierra mana esa miel: donde él esté, desaparece toda amargura, coinciden el cielo y la tierra, Dios y hombre; y la miel, la repostería de miel, es un signo de esa paz, de la concordia y la alegría
  • juan diego esquivias padillacompartió una citahace 4 meses
    la esperanza cristiana no desvaloriza el tiempo, sino que significa, justamente, que cada momento de la vida tiene su valor; significa que podemos aceptar el presente y que debemos llenarlo
  • Ricardo Mejía Lópezcompartió una citael año pasado
    Pero si el tiempo en sí mismo tiene sentido, si en cada momento se esconde algo propio y valioso, la alegría anticipada de algo aún mayor que está por venir hace aún más valioso el presente y nos impulsa como con una fuerza invisible más allá de los momentos. Justamente a vivir este tipo de espera quiere ayudarnos el Adviento: es la forma propiamente cristiana de esperar y tener esperanza
  • Ricardo Mejía Lópezcompartió una citael año pasado
    Cuando el tiempo no está lleno por sí mismo de una presencia con sentido, la espera se hace insoportable. Si sólo podemos dirigir nuestras expectativas a alguna cosa situada en el porvenir, mientras que en el ahora no hallamos nada en absoluto, si el presente permanece completamente vacío, cada segundo se hace demasiado largo. Del mismo modo, la espera es una carga demasiado pesada cuando es totalmente incierto si acaso podemos esperar algo
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