El hombre va de la realidad a lo descabellado, centrífugamente.
La mujer, de lo descabellado a la realidad, centrípetamente.
Razón por la cual la mujer no ha producido nunca filosofía, porque, ¿qué más descabellado que un sistema filosófico? Después de haber probado que la realidad es inmóvil, Parménides ha de haberse quedado tan tranquilo y orondo; mientras su mujer ha de haberlo mirado con esa mezcla de orgullo, compasión y perplejidad con que la madre observa al niño que juega seriamente a ser general en jefe de un ejército invisible.