Ni una hoja caerá,
sólo la especie cae,
y el fruto cae envenenado por el aire.
No hay centro,
son flores terribles
todos estos rostros clavados en la piedra, astros revueltos, sin voluntad.
Ni una hora de paz en este inmenso día.
La luz crudelísima devora su ración.
El mar está lejano y solo, la tierra impura y vasta.