Solo la poesía, la invención de los poetas, puede revelar una capa más profunda, una especie de verdad. Para ello he acuñado el término verdad extática. Para explicarlo necesitaría un libro entero, así que aquí solo daré algunos detalles superficiales. Sin embargo, hasta hoy he mantenido un debate público sobre esta cuestión con los representantes del llamado cinéma vérité, que reivindican la verdad para el género del cine documental. Como autor de una película, dicen, tienes que desaparecer por completo, tienes que ser como una mosca en la pared. Según esta filosofía, las cámaras de vigilancia de las sucursales bancarias son el documental ideal. Yo no quiero ser una mosca, sino un avispón que pica. El cinéma vérité fue un concepto de los años sesenta del siglo pasado y a sus representantes actuales los he descrito como simples «contables de la verdad», algo que me valió airados ataques. Mi respuesta a los indignados fue: «Feliz Año Nuevo, perdedores».