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Libros
Mariana Enríquez

Las cosas que perdimos en el fuego

  • Rosa Segovia Larrondocompartió una citahace 3 años
    Yo prefiero olvidarlas porque olvidar a la gente que sólo se conoció en palabras es extraño, mientras existieron fueron más intensas que lo real y ahora son más distantes que los desconocidos.
  • Pam Paganinicompartió una citahace 3 años
    La gente triste no tiene piedad.
  • Alejandra Arévalocompartió una citahace 6 años
    –¿Qué querés saber? No vuelvo más a la escuela, se terminó, olvidate de todo.
    –Quiero saber qué te obliga a hacer él.
    Marcela me miró y olfateó el aire alrededor. Después desvió los ojos hacia la ventana. Las cortinas se habían movido apenas. Volvió a entrar en su casa y, antes de cerrar de un portazo, dijo:
    –Ya te vas a enterar. Él mismo te lo va a contar algún día. Te lo va a pedir, creo. Pronto.
  • Zurisadai BCcompartió una citahace 2 años
    sentía que la furia le llenaba los ojos de lágrimas.
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 2 años
    En esa cocina juramos que nunca tendríamos novios. Juramos con sangre, cortándonos apenas, y con besos, en la oscuridad porque la electricidad no existía otra vez. Juramos pensando en el padre borracho, en qué íbamos a hacer si entraba y nos encontraba sangrando abrazadas; era alto y fuerte, pero siempre caminaba tambaleándose, debía ser muy fácil darle un empujón. Andrea no quería dárselo, era débil con los hombres; yo prometí nunca volver a enamorarme y Paula dijo que nunca se iba a dejar tocar por un varón
  • Hatebreedercompartió una citahace 4 años
    La mujer había llorado, lloraba y decía que su hijo era un buen chico, aunque sí, a veces robaba y de vez en cuando se drogaba, pero era porque el padre se había ido y eran muy pobres y el chico quería cosas, zapatillas y un iPhone y todo lo que veía en la televisión. Y que no se merecía morir así, ahogado, porque unos policías se querían reír de él, reírse mientras él intentaba nadar en el agua contaminada.
  • Kas DIHcompartió una citahace 4 años
    Vean el lado bueno, decía, y se reía con su boca de reptil. Por lo menos ya no hay trata de mujeres, porque nadie quiere a un monstruo quemado y tampoco quieren a estas locas argentinas que un día van y se prenden fuego –y capaz que le pegan fuego al cliente también.
  • Sandra Pérez Castrejóncompartió una citahace 4 meses
    Entonces empezamos a odiar a los ricos
  • Sandra Pérez Castrejóncompartió una citahace 4 meses
    En esa cocina juramos que nunca tendríamos novios.
  • Rocío Toledocompartió una citael año pasado
    la casa zumbaba, zumbaba como un mosquito ronco, como un mosquito gordo. Vibraba.
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