Tener una crisis en medio del supermercado ya era patético de por sí. Tener una crisis en medio del supermercado a dos días de Navidad, con villancicos sonando de fondo, en el pasillo de los licores después de encontrarme con mi exmarido y su nueva novia… No tenía precio. Sobre todo cuando mi exmarido lo era desde hacía solo tres horas, la novia no era tan nueva y tenía un pedrusco en la mano del tamaño del Empire State. Menos mal que rondando por allí estaba el reponedor macizo que había venido a rescatarme de mi ataque de llanto… y que quizás podría rescatarme de algo más: de las Navidades más deprimentes de mi vida.