Tengo mil demonios acostumbrados a vivir en espacios pequeños, donde no les dejo ver la luz del sol. Los mantengo a salvo entrenándolos para el día en el que les otorgue la libertad. Les dejaré la puerta bien abierta para que no se tropiecen al salir. Los tengo bien adiestrados, saldrán de dos en dos para que no se sientan solos. Saben que tienen un
papel importante en mi mundo y están preparados para desempañar la mayor función de su existencia. Está todo a punto. La sangre hierve en las venas. La cuenta atrás comienza y ya se pueden oír los vítores de mis demonios ansiosos por salir. El día en el que liberé a mis demonios empezó mi libertad.
Bienvenidos a mi mundo.