María siente que ha perdido a José, el jardinero con quien convive desde que abandonó la casa paterna, cuando era una muchacha esbelta y hermosa. Y con él se le va también la vida. Para recuperarlo y recuperar su tiempo feliz solamente ve una expectativa: tener otro hijo, como el que alumbró sus existencias en el pasado, y falleció sorpresivamente, sumiéndolos en el desencuentro. Pero ha perdido la fertilidad. Idea entonces un plan que transforma sus vidas hasta conducirlas a una meta en la que encuentra no sabe si la felicidad añorada o el dolor irremediable.