Kathie DeNosky

Una chispa de amor

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El amor había llegado al rancho…La bondadosa Faith Broderick había ido al rancho Triple Bar a empezar una nueva vida, no a implicarse en un complicado plan destinado a que Cooper Adams dejara de ser soltero de una vez por todas. Pero en cuanto se encontró a solas con el seductor ranchero, Faith recordó todos los sueños que había optado por dejar de lado. Muy pronto ninguno de ellos pudo negar la pasión que sentían el uno por el otro. Y, a pesar de no tenerlo previsto, Cooper no tardó en caer en la cuenta de lo fácil que le resultaría hacer que Faith pasara de empleada a esposa…
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131 páginas impresas
Publicación original
2014
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Citas

  • Katsumicompartió una citahace 3 años
    Por el rabillo del ojo percibió un movimiento a su izquierda. Giró la cabeza y vio a un ratón que se dirigía hacia su pie. El roedor se encaramó a los dedos, y empezó a escalar por la pernera del pantalón. Faith no pudo soportarlo y soltó un estridente grito de pánico.

    Cooper sujetaba el clavo entre el pulgar y el índice, y estaba a punto de golpearlo con el martillo cuando oyó el chillido de Faith, semejante al de un gato que se pillaba el rabo con una puerta. El inexplicable alarido le hizo fallar la puntería, y en vez de acertar en el clavo el martillo le impactó en el pulgar.

    Normalmente, tenía cuidado de no soltar palabrotas delante de una dama. Pero el dolor en el dedo le desató la lengua, y no habría podido acallar la retahíla de maldiciones ni aunque su vida hubiera dependido de ello. Dejó caer el martillo, se apretó la mano contra el pecho y empezó a proferir una obscenidad tras otra, a cada cual más ocurrente. Mientas, Faith corría por el salón, gritando y chillando como una niña de cinco años que intentaba bailar la danza de la lluvia. A pesar de tener un tobillo dañado, consiguió representar una demostración tan notable, que Cooper dejó de maldecir y la observó fascinado.

    —¿Qué demonios te pasa? —le preguntó, cuando se le alivió un poco el dolor en el dedo.

    Ella dejó de dar brincos y se detuvo en el centro de la habitación, mirando el suelo como si hubiera perdido algo.

    —Un ratón... ha intentado... subir por mi pierna.

    Lo sabía, pensó Cooper con irritación. Lo había sabido desde que soltó al ratón y vio cómo volvía corriendo a la casa. Aquel animalejo iba a ocasionarle serios problemas...

    Por otro lado, se alivió al comprobar que Faith había estado tan preocupada por librarse del ratón, que no se había enterado de sus palabrotas y maldiciones.

    —Con todo este jaleo, debe de estar escondido en alguna parte, sufriendo una trombosis ratonil —dijo con brusquedad.

    Ella se estremeció y lo miró en silencio durante varios segundos.

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