Educar es un tema que forma parte de la realidad de todos los ciudadanos. ¿Quién en este mundo no es un educando? ¿Y quién no es un educador? Todos, de alguna forma, participan de ese proceso natural de la vida: aprender y enseñar. Por eso, es fundamental que los padres, los investigadores, los expertos del área educativa, en fin, los seres humanos, reflexionen sobre sus responsabilidades, revisen sus posturas y evalúen si están atendiendo a los reales anhelos que contribuyen a la formación de los individuos que se encuentran en su entorno.
Para el autor, «gente educada, instruida y ecuménicamente espiritualizada son personas que rompen las cadenas de la miseria y se liberan de ellas. Por eso, hace tanto aseguramos que sin Educación e Instrucción (y más que esto: sin reeducación, incluida la de los educadores, y Espiritualidad Ecuménica) no habrá un verdadero progreso. Mientras que no prevalezca la enseñanza eficaz, anhelada por todos los de sentido común, cualquier nación padecerá cautiva de las limitaciones que a sí misma se impone. (…) Cuida del Espíritu, reforma al ser humano… y todo se transformará".
