Olivia Atkins, hija de Mathilda Jones y de Philip Atkins, Nora Atkins, hija de Alice Jones y de Ben Atkins, primas hermanas de madre y padre
MonDa AlbBercompartió una citahace 3 años
No, no fue Stevens el primero en pecar, aunque fuera el peor de todos nosotros, el depositario de toda la malignidad secreta de Griffin Creek, amasada en el corazón de los hombres y de las mujeres desde hace dos siglos
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Que los que disfrutan del mundo, vivan como si no disfrutasen. Porque la apariencia de este mundo pasa
MonDa AlbBercompartió una citahace 3 años
Yo las llamo «ángel mío» y «paloma mía», pero la mayor parte del tiempo las dirijo con severidad. Sin ponerles nunca la mano encima, solo con mi voz cavernosa de bajo, las vuelvo del revés como hojas livianas en el viento. Solo para ellas pronuncio mis sermones más hermosos
MonDa AlbBercompartió una citahace 3 años
Y veré a Dios, cara a cara, y mi falta será como una sombra en mi rostro
MonDa AlbBercompartió una citahace 3 años
Nora se reajusta la falda, se sacude la arena y las briznas de paja que se le han quedado pegadas y me abandona corriendo, como la furia que nunca ha dejado de ser durante el rato en el que sus pequeños pechos se volvían duros entre mis manos, sumergidas en su blusa. Sin duda nunca sabré de dónde le venía su furia aquella mañana; lo aproveché como el que recoge las migajas bajo la mesa
MonDa AlbBercompartió una citahace 3 años
El ancho rostro de Irène, una superficie plana de piel pálida con una nariz chata y una boca amargada. Por qué buscar calor y consuelo en esta mujer; es como si mi deseo resbalara sobre una piedra. Irène finge que reza durante el oficio, finge que duerme por la noche cuando me acerco a ella, finge que vive desde siempre, al parecer. Suplicar a Dios que bendiga mi matrimonio y me conceda un hijo
MonDa AlbBercompartió una citahace 3 años
La tierra se corrompe en la cara de Dios, y la tierra está llena de violencias
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Y ella, la pequeña, que se contonea delante de nosotros, el cabello castaño rojizo despeinado, el vestido verde levantándosele por el viento, descubriéndole las rodillas, pegándosele a los muslos
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Sabemos, en efecto, que el hombre viejo que hay en nosotros fue crucificado a fin de que fuera destruido este cuerpo de pecado y cesáramos de ser esclavos del pecado