La traición de Chiara

Azucena es una timadora profesional. Su trabajo consiste en seducir a empresarios de éxito para, después, chantajearlos a cambio de su silencio. Todo va bien y está empezando a pensar en la retirada, pero es entonces cuando se encuentra ante su gran reto. Ginebra es chica, guapa y joven… ¿será capaz de conquistarla con la facilidad habitual? Aunque intuye que este trabajo será diferente a los demás, algo que no es capaz de controlar la empuja a seguir adelante, adentrándose más y más y sin hacer caso del peligro que empieza a crecer a su alrededor. “Una parte de mí se relame: es evidente que a esta familia se le puede sacar mucho, mucho dinero, a cambio de que una aventura homosexual de la hija menor a punto de casarse no llegue a conocerse nunca. Otra parte, que ahora resulta de lo más incómoda, vuelve a sentir la tentación de abrir la mano y dejar escapar indemne al inocente pajarillo que es a mis ojos Ginebra.” “Sigue otro momento delicado. Estamos las dos de pie frente al cuadro, en silencio y mirándonos furtivamente. He vivido miles de situaciones así, sé perfectamente lo que hay que hacer. Mentalmente, cuento los segundos: uno, dos, tres… Justo cuando estoy iniciando el movimiento de inclinarme hacia ella para besarla, Ginebra baja la cabeza y gira sobre sí misma. De nuevo, busca cualquier excusa para que los ratos que pasa conmigo parezcan una simple e inocente reunión entre buenas amigas.” “Ninguna de las dos dice nada. Los ojos de Ginebra refulgen y sus labios están entreabiertos, mi respiración se hace extrañamente agitada y no sin sorpresa noto cierta flojera en las piernas. Su mano amasa, sedosa; oprime con ternura, juega con el botoncito, que se rebela orgulloso y excitado. Todo tiene ese aire de irrealidad de la primera vez, ese hálito que dota de magia encuentros que no necesitan llegar hasta el final para convertirse en inolvidables.” “Siento una desazón infinita, pero soy incapaz de hacer que ella me comprenda. Es como haber estado toda la vida esperando algo y, cuando finalmente aparece, sentir cómo se escapa entre tus dedos sin poder hacer nada por evitarlo. Tal vez, si nos hubiéramos conocido de otro modo… pero ahora no puedo pedirle que huya conmigo.”