Era más probable que acabara llamando la atención para mal, que para bien.
Tenía una risa demasiado estruendosa y siempre inoportuna. Siempre llevaba algo torcida la ropa, siempre con algún pequeño defecto. Prefería leer antes que asistir a los meticulosamente preparados eventos sociales en los que se esperaba cumpliera con mis deberes como anfitriona.