Libros
Francisco Ferrer Lerín

Besos humanos

Una colección de «cuentos crueles» que «descubren» a un narrador de audacia y radicalidad insólitas.
Puede que el adjetivo que más convenga a los relatos reunidos en este volumen sea el de «crueles». Pero la crueldad que los distingue no se desprende solo de la materia que muy a menudo los ocupa –atrocidades sin cuento, salvajadas sin nombre, bestialidades que hielan la sangre–, sino que tiene que ver, además –y sobre todo–, con la actitud del narrador, con su modo tan despiadado de tratar esa materia, de tratar al lector mismo. Como en ese montón de miembros y vísceras informes en el que se reconoce sin embargo un cuerpo humano, así también, en no pocas de estas piezas, se reconoce su condición de relatos a pesar de que carecen de casi todos los atributos del género. Tanto mayor es el impacto de su escritura directa, cargada de tensión y de peligro, de suspense y de misterio, y también de humor. Porque el humor –un humor tan elíptico como desopilante— es el clavo ardiendo que al lector se le brinda para sustraerlo al horror que tan a menudo inunda estas páginas, repletas de crímenes, de monstruos, de pesadillas, de enormidades. De sorprendentes confesiones, además. Así como de una belleza inesperada.
Estos Besos humanos vienen a proclamar abiertamente una evidencia hasta ahora apenas susurrada: que, camuflada bajo su reputación de poeta esquivo, de escritor «raro», «inclasificable», la obra de Ferrer Lerín esconde una de las propuestas más audaces y radicales de la narrativa española de las últimas décadas. Espigadas tanto de sus diferentes libros como de su blog personal, las piezas reunidas en este volumen recorren esta faceta insuficientemente destacada de un autor en todos los sentidos políticamente incorrecto: un maestro del miedo que es a la vez, sin paradoja alguna, un seductor.
139 páginas impresas
Publicación original
2018
Año de publicación
2018
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Citas

  • Josué Osbournecompartió una citahace 4 años
    MIRÓN
    Un mirón mira a través de una persiana. Mira a una mujer que se halla en una habitación cuya ventana queda cerrada por una persiana. De persiana a persiana. Cuando lleva varios meses mirando a la mujer descubre que la mujer le mira. También ella es un mirón. El problema del narrador es hacer absolutamente comprensible su narración. Aparatos ópticos: prismáticos, catalejo con trípode. El lugar de trabajo del mirón: vivienda sin muebles, excepto una cama y las sillas tras las ventanas; oscuridad y temperatura adecuadas. El mirón va desnudo.
  • Josué Osbournecompartió una citahace 4 años
    LA CASA
    Regresé a los treinta años de mi muerte. La casa, vieja, sin aquella mano de pintura que nunca pudimos dar; los libros, sepultados por el polvo; los muebles, devorados por la carcoma. Ni rastro de los míos. Mi mujer, enterrada lejos, en el sur seco y amarillo. Mis dos hijos, a los que tanto quise, irremisiblemente borrados, sin pistas para saber qué habrá sido de ellos. Subo y bajo escaleras, cojo el ascensor, recorro el inmenso garaje, paseo por la acera, pero no conozco a nadie, no queda nadie de aquel tiempo. Y no puedo preguntar a esa gente extraña, porque no me oyen y, quizá, ni me ven. No debí volver.

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