¿Qué se sabe de la cartilla de lectura de primero de primaria conservada en un cajón cualquiera? ¿Para qué sirve ahora? ¿Se sabría algo más de esta al abrirla, releerla y revisarla? Balbucearemos, si podemos, sobre algún momento anclado al recuerdo.
Parece que, para los grandes asuntos de la memoria, los mejores contenedores fuesen las cosas insignificantes –cositas, cosuchas, cosiámpiros— despojadas de cualquier valor útil que, inesperadamente, se nos revelan como objetos: umbrales de tiempo.
Esa revelación, que es también un cambio —el de la transustanciación “laica” propuesta por la autora— es la que se piensa y estudia a través de este texto, en el que se analiza la historia Todo está iluminado en sus dos versiones, por presentar diferentes formas y estadios de relación con las cosas y los objetos, mediante un lenguaje que puede ser poético, pero también lleno de humor. Temas como el coleccionismo, el anhelo febril de acumulación capitalista, la salvaguardia de la memoria y el encuentro inesperado con partes de nuestra vida que creíamos olvidadas, se tratan en esta obra, con un lenguaje que, sin dejar de ser académico, resulta ameno para cualquier persona interesada en la lectura, las buenas historias y el cine.