Los cuentos de Grow a lover pueden leerse como fábulas posmodernas, en un mundo donde los personajes, como los lectores, solo pueden compartir el silencio de Dios, no exento sin embargo de un eco humorístico.
El escritor Luis Thonis escribió una vez, respecto del cuento que da título al libro. “Grow a lover” es un relato punzante. Su ironía es tan aguda que se deja leer con un raro encanto. Es que el muñeco no es el producto sustitutivo de una historia anterior de amor fallida. Es en sí mismo “literatura” en tanto efecto de un deseo intenso que excede lo humano. Alvarez capta algo en una zona de exclusión-transmisión colonizada por la estructura de dobles. El sujeto contemporáneo, Fulano o Mengano, parece existir pero ni bien tiene que asumir su palabra se extravía como si desconociera la muerte y el duelo. Es un doble de la iglesia del espectáculo, que bautiza las identidades como si se tratara de una compañía de seguros contra la muerte.