Libros
Rita Indiana

Nombres y animales

  • oriana Vázquezcompartió una citahace 4 años
    n domingo de ésos doña Moni le trajo un sobrinito de dos años a la puerta, «mira, perrito», Mauricio vio aquella cosita que había estado durmiendo en la cama de Moni, con las sábanas de Moni, en el cuarto de Moni, y Mauricio en un segundo olió a Moni y en Moni el perfume y en el perfume químicos como arañitas de hierro diciendo «fuá», y debajo del perfume el sudor de Moni, capas y capas de rastros de lociones, jabones y sudores ajenos que ni el agua ni el ácido de batería arrancan de la piel, picapollo, wasakaka, ajo, pimienta, enemocada, yuca con cebollita, envases de foam, fábrica de foam, sillas de plástico, marquesinas con grasa, el algodón, el detergente con que se lavó el t-shirt, la mano de Mela, la lavandera de Moca, tierra negra, lombrices de tierra, Moca, leche, tetera de goma, leche cortada, leche empegotada, azúcar, olor a hormiga, olor a aceite y talco y el olor de una encía nueva por donde empieza a salir un diente, y cada olor era un rascacielos en la nariz de Mauricio y encima del olor a gente, del olor a niño y a Moni, estaba el olor a óxido de hierro de la puerta, el olor a cemento de la casa y el olor de todos los trabajadores haitianos que un día la levantaron, el humo de la calle y los vecinos con el café puesto, la tinta negra de los periódicos que había en el suelo de la cocina, las veintitrés medicinas que Moni tenía en el botiquín del baño y allá al fondo de todas las cosas, la mancha de curry en el pasillo.
  • oriana Vázquezcompartió una citahace 4 años
    se acordó de Palola y se incorporó listo para estar allí con Palola, poner sus dos patas en el pecho de Palola, mover las patas a toda velocidad hasta que los olores a alcanfor, Anais Anais, trementina, cloro, cedro, mimbre, gamuza con moho, restos de una salsa curry que se derramó hace tres años en el pasillo y licra que provenían del cuarto de Moni, y que Mauricio reconocía con claridad, se le metieran dentro. Pero esa cosa que estaba entre él y Palola seguía allí y seguiría allí para siempre.
  • oriana Vázquezcompartió una citahace 4 años
    uando Tío Fin se ha ido y estoy sola en el hospital, quiero decir, sola con el gato, abro la libreta donde a veces dejo algunos nombres en remojo. Si ya los he gastado todos, apunto unos cuantos más
  • Jesus Koyoccompartió una citahace 4 años
    Escuchar a Tía Celia quejándose de Armenia, ahora que a la pobre negra la sazonaban los gusanos, me revolvió el estómago y estaba a punto de vomitar cuando de repente se produjo el fenómeno
  • Jesus Koyoccompartió una citahace 4 años
    La casa de Momó fue una de las primeras que se construyeron de cemento en El Cebollo, un campito donde se daba de todo menos oro, pues la tierra era más prieta que el petróleo y si a alguien se le hubiese ocurrido sembrar hielo, a los pocos días estaría la gente recogiendo helados de una mata.
  • Jesus Koyoccompartió una citahace 4 años
    Bienvenido es además el único veterinario forense graduado del país, cosa que en boca de Tío Fin suena como si estuviera diciendo el único hombre que puede abrir una botella con el culo
  • Jesus Koyoccompartió una citahace 4 años
    Los gatos no tienen nombres, eso lo sabe todo el mundo. A los perros, sin embargo, cualquier cosa les queda bien, uno tira una o dos sílabas y se les quedan pegadas con velcro: Wally, Furia, Pelusa, etc. El problema es que sin un nombre los gatos no responden, ¿y para qué quiere uno un animal que no viene cuando lo llaman? Mucha gente se conforma, dicen Aníbal, Abril, Pelusa, etc. y los nombres rebotan como el agua sobre los pelos de gato. Dicen Merlín, Alba, Jesús y los gatos, como si no fuera con ellos, van a lamerse el culo en la dirección opuesta. Cualquiera se tira de un puente
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