Explicar las estrategias que nos imponemos de manera inconsciente comporta reducir las pretensiones de conocernos e interactuar con nuestras emociones y sentimientos, pero no resuelve la pregunta por el ser y la existencia de ese «yo», «alma» o «sujeto» porque hay algo o alguien que siente esas emociones, y son sus emociones, no las del prójimo, las que lo afectan