La fénix de Salamanca. Antonio Mira de Amescua
Fragmento de la obra
Jornada primera
(Salen doña Mencía, con vestido largo y hábito de San Juan, y Leonor, su criada, como capigorrón.)
Leonor: ¿Qué? ¿No estás desengañada?
Mencía: Es invencible mi amor.
No me fatigues, Leonor.
Leonor: Tu locura es extremada.
Sin duda, doña Mencía,
según estas cosas van,
que ha de ser don Garcerán
tu perdición y la mía.
Seis meses ha que saliste
de Salamanca tras él,
y sin hallar rastro de él,
hasta Valencia corriste;
y agora quieres que esté
en Madrid. ¡Qué desatino!
Mencía: ¡Ay, dulce amiga! Camino
tras los pasos de mi fe.
Leonor: ¿Pues, no has mil veces jurado
no tenerte obligación?
Mencía: Es verdad.
Leonor: ¿Qué es tu intención?
¿Qué te da pena y cuidado?
Si te olvidó, ¿no es costumbre
de los hombres olvidar?
Si no tienes qué llorar,
¿qué te ha de dar pesadumbre?
Mencía: ¡Ay, amiga! Mi inquietud
no tanto la causa amor
cuanto el áspero rigor
de su fiera ingratitud.
La noche que se partió
aquel cruel, mil amores
me dijo, que fueron flores,
que su ausencia marchitó.
Y aquella extraña mudanza
y no pensada partida
me trae y lleva perdida
tras una vana esperanza.