Natalia Ginzburg

A propósito de las mujeres

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A propósito de las mujeres es un volumen formado por ocho relatos de Natalia Ginzburg, algunos inéditos, con un mismo denominador: las relaciones sentimentales.
Mujeres con sombrero y sin sombrero, jóvenes y viejas, maquilladas o con la cara recién lavada. Ellas, tan solas o con demasiada gente a su alrededor; con hijos que hacen preguntas molestas o amantes que llegan, te usan, saludan y se van. Mujeres que tarde o temprano se sienten malqueridas, aunque anden por la calle pisando fuerte y mirando coquetas el reflejo de su cuerpo en el escaparate de alguna tienda.
Este libro no está disponible por el momento.
114 páginas impresas
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Opiniones

  • Yamilet Bautistacompartió su opiniónhace 4 años
    🔮Profundo
    🎯Justo en el blanco

Citas

  • Yamilet Bautistacompartió una citahace 4 años
    las mujeres tienen la mala costumbre de caer en un pozo de vez en cuando, de dejarse embargar por una terrible melancolía, ahogarse en ella y bracear para mantenerse a flote: ese es su verdadero problema. Las mujeres se avergüenzan a menudo de ello, y fingen que no tienen problemas, que son enérgicas y libres, y caminan con paso firme por las calles con grandes sombreros y bonitos vestidos y los labios pintados y un aire resuelto y altivo, pero nunca me he encontrado con una mujer en quien no haya descubierto al poco rato algo doloroso y lamentable que no he visto en los hombres, un peligro continuo de caer en un gran pozo oscuro, algo que proviene del temperamento femenino y tal vez de una secular tradición de sometimiento y esclavitud, que no será nada fácil vencer; he descubierto precisamente en las mujeres más enérgicas y altivas algo que me inducía a compadecerlas y que entendía
  • Adriana Nievescompartió una citahace 4 años
    A veces se preguntaban si había en el mundo otros niños que no quisieran a su madre. Buscaban entre los amigos, entre los personajes de los libros, para concluir que eran los únicos. Probaron a inventar una mamá nueva, y la quisieron gorda y rubia, como la de sus amigos los pequeños Oppenheim. Gorda, vestida con tonos claros, que supiese preparar pasteles, contar cuentos y cantar la canción de «La cornacchia del Canadà»; y que por la noche fuera a arroparlos a la cama. Les habría encantado una mamá así.
  • Adriana Nievescompartió una citahace 4 años
    Tenía la impresión de no haber sufrido nunca, por nada, por nadie. No recordaba haberse enamorado jamás. No recordaba haber deseado nunca locamente a una mujer. Ni más sueños que las locas fantasías de niño, mezcladas con cuentos absurdos y viejas leyendas. Y de golpe creyó entender lo que realmente era. «Dios mío, ¿por qué no has querido que yo también fuese un hombre, un hombre como los demás? ¿Por qué no me das fuerzas para proteger a mi hijo, para defender a Anna?». Así se dirigía a Dios, por necesidad de culpar a alguien. «Soy un niño, y solo eso, un niño como mi hijo».

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