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Jennifer L. Armentrout

Seducción a la luz de la luna

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  • Elena Herpercompartió una citahace 2 años
    Ella lo miró fijamente un momento antes de volver a apartar la mirada. Tenía que decirle lo que había estado pensando y lo que sentía por ella, pero ese no era el momento.

    Gabe la tomó de la mano. Los nudillos estaban rojos e hinchados. Tenía sangre seca bajo las uñas, entre los dedos. Ver todo eso lo enfureció, pero no podía negar que su chica era toda una luchadora.

    Su chica.

    Se sintió igual de bien con esas dos palabras como la primera vez que pensó en ellas, pero esta vez las recibió con alegría, las sintió
  • Elena Herpercompartió una citahace 2 años
    —Hola, hombrecito. No sabes cuánto me alegro de verte. —Tenía la voz tan áspera como el papel de lija—. Muchísimo.

    William sí que sabía dar un abrazo. Gabe lo había experimentado de primera mano. Abrazaba con todo el cuerpo, sin la menor reserva. El tipo de abrazo que un hijo daba a su padre. El tipo de abrazo que inundaba de lágrimas los ojos de un hombre adulto.

    Entonces William se echó hacia atrás, levantó la cabeza y sus ojos azul verdosos se clavaron en Nic llenos de curiosidad.

    Ella le sonrió y le saludó moviendo los dedos.

    —Hola.

    —Hola —respondió su hijo con una sonrisa tímida.

    —William, me gustaría presentarte a alguien que es muy especial para mí. —Mantuvo un brazo alrededor de la estrecha cintura del niño mientras miraba a Nic. Cuando ella lo miró, su corazón se llenó de una felicidad que nunca había sentido—. Estoy seguro de que la vas a querer tanto como yo.
  • Elena Herpercompartió una citahace 2 años
    —De modo que sí, te quiero, Nic. —Le acarició el labio con el pulgar, con cuidado de no tocar la zona maltrecha—. Y si tú ya no me quieres me voy a pasar todo el tiempo que haga falta haciendo lo imposible para que vuelvas a enamorarte de mí. Y tengo mucho tiempo disponible. Soy un De Vincent. Entiendo que…

    —Claro que te quiero, tonto —lo interrumpió, riendo mientras lágrimas de alegría inundaban sus ojos—. Si no te quisiera, no estaría aquí. No…
  • Elena Herpercompartió una citahace 2 años
    —Pero un hombre sabio me ha dicho hace poco que cualquier momento es bueno para decirle a alguien que le quieres.

    Nikki lo miró con los ojos abiertos. No estaba segura de haberlo oído bien.

    —¿Qué? —susurró.

    Su sonrisa se volvió tímida, casi infantil.

    —Te quiero, Nic.

    —¿Desde cuándo? —espetó sorprendida.

    Él dejó escapar una risa larga y profunda.

    —No lo sé. Creo que desde que me dijiste que me limpiara yo mismo mi habitación.

    Ella se echó hacia atrás.

    —¿Desde entonces?

    —Bueno , sí… , o tal vez la primera vez que tuviste un orgasmo gritando mi nombre.

    —Creo que deberías dejar de dar ejemplos.

    Gabe se rio y tomó su rostro entre sus manos, acunándole las mejillas.

    —No sé el momento exacto en que me enamoré de ti. Solo sé que sucedió. Quizá fue de repente. O poco a poco. No lo sé, pero sí que es real. Lo que siento por ti no es solo lujuria, aunque me excitas muchísimo, no me malinterpretes. Lo que siento por ti es algo más profundo. Más intenso. Hace que me plantee cosas que jamás pensé que volvería a plantearme.

    El corazón le retumbaba en el pecho.

    —¿Como cuáles?

    La miró de nuevo.

    —Como vivir juntos. Comprarnos un pez y luego adoptar uno de esos perros a los que paseas. Dar pequeños pasos y luego otros más grandes. Como comprarte el anillo más grande del mundo, que no sería lo suficientemente grande para lo que te mereces. Como formar una familia, primero con William y contigo, y luego con uno o dos hijos más.
  • Elena Herpercompartió una citahace 2 años
    —Nunca sabré por qué no me contó nada. ¿Qué hay tan malo en mí para que Emma no quisiera que supiera que tenía un hijo?

    —No te hagas esto. —Se inclinó hacia delante, ignorando el dolor de sus costillas—. No eres perfecto y tienes una familia un poco rara, pero sea cual sea el motivo por el que no te lo dijo, es cosa de ella. No tuya.

    Al ver que Gabe seguía callado, continuó.

    —Te conozco desde que era una niña. Te conozco, Gabe. No hay nada que me lleve a pensar que serías un mal padre. No encuentro ninguna razón por la que debería evitar que fueras parte de la vida de un niño.

    —¿Incluso si supieras que ayudé a matar a alguien?

    A Nikki se le hizo un nudo en el estómago.

    —Ya lo sé.

    —¿Qué? —Gabe se puso pálido.

    —Sabrina me lo contó cuando me habló de William, solo que no he tenido la oportunidad de mencionártelo. Pensé que…

    —¿Qué pensaste?

    Ella exhaló con fuerza.

    —Sé lo que le pasó a Emma. Quizás esto me haga una mala persona, pero ese hombre obtuvo lo que se merecía. ¿Se supone que tengo que sentirme mal por alguien que le hizo eso a una mujer?
  • Elena Herpercompartió una citahace 2 años
    —Y he descubierto que es una lista muy larga —continuó con un tono irónico y de autocrítica—. Tan larga que ni siquiera sé cómo hemos llegado aquí.

    Ella también solía pensar eso mismo, pero dejaba de hacerlo cuando empezaba a preguntarse si no estaba permitiendo que su corazón la tratara como a un felpudo.

    —Pero lo peor de todo fue no contarte lo de William y lo que te dije cuando me preguntaste por él. Me pilló desprevenido. Me puse a la defensiva. No es excusa. No debería haber reaccionado de ese modo.

    —¿Por qué no me lo contaste? ¿Cuál es la verdadera razón si no fue porque pensaste que no era asunto mío?

    Gabe apartó la mirada y respiró hondo.

    —¿Sinceramente? Estaba avergonzado. No de tener un hijo, eso nunca, sino de tener un hijo al que estaban criando sus abuelos. Tengo un hijo del que no he sabido nada durante cinco años. Un hijo que no está conmigo y que vive a varias horas de aquí. No es fácil reconocer algo así delante de alguien.

    —Lo entiendo. De verdad. Pero no sabías de su existencia hasta que sus abuelos te llamaron. No puedes culparte por no haber estado allí para él.

    —¿En serio me estás defendiendo? —Parecía atónito.

    —Sigo pensando que eres un gilipollas por tratarme como lo has hecho —respondió ella con franqueza—. Pero los hechos son los hechos. Emma te ocultó la existencia de William, por el motivo que fuera, y eso no es culpa tuya.

    —Pero todavía no estoy con él.

    —Porque estás dando tiempo a sus abuelos para que acepten la nueva situación. Mira, no te estoy diciendo que estés manejando esto de forma perfecta, pero sí estás haciendo todo lo que está en tu mano para que un asunto bastante complicado se resuelva de la mejor manera posible.
  • Elena Herpercompartió una citahace 2 años
    —¿Sabes? Me he estado repitiendo esta conversación en mi cabeza una y otra vez. Quería que fuera perfecta, porque creo que te lo mereces. —Se apoyó en la barandilla, colocando las manos en las enredaderas—. He hecho una lista mental de todas las veces que he metido la pata, empezando por aquella mañana de hace cuatro años, cuando desperté y te llamé por el nombre equivocado.
  • Elena Herpercompartió una citahace 2 años
    No hay nada que te haga sentir mejor que el abrazo de una madre.
  • Elena Herpercompartió una citahace 2 años
    —¿Qué me estás queriendo decir? —Se oyó preguntar a sí mismo.

    —Que supongo que hay cosas peores que un De Vincent termine enamorándose de tu hija.

    Gabe esbozó una lenta sonrisa.

    —¿Crees que Livie pensará lo mismo? ¿A pesar de la maldición?

    —Tú no eres el hermano que me preocupa cuando se trata de la maldición —replicó Richard—. De hecho eres el que menos me preocupa
  • Elena Herpercompartió una citahace 2 años
    —Siempre te he respetado, he velado por ti y os he considerado a ti y a tus hermanos como mis hijos. —Apoyó las manos en la barra sin apartar los ojos de Gabe—. Siempre habéis tenido vuestras razones para actuar como lo hacéis. Lo entiendo, e incluso cuando habéis hecho cosas que iban en contra de mis creencias, os he seguido queriendo como si fuerais de mi propia sangre.

    Gabe cuadró los hombros. Richard sabía muchas cosas. Había visto demasiado. Más que Livie.

    —Y también sé que los tres nos respetáis a mí y a mi mujer, así que ahora te voy a hacer una pregunta y lo único que espero es que me respondas con sinceridad —continuó—. Tienes a mi hija en tu habitación, en tu cama, y me consta que los dos habéis pasado mucho tiempo juntos últimamente. No como antes. Quiero saber cuáles son tus intenciones con ella.

    A Gabe ni se le pasó por la cabeza mentir.

    —Estoy enamorado de ella.

    El padre de Nic apretó la mandíbula.

    —Hace poco te has enterado de que la mujer de la que llevas enamorado una década ha muerto y te ha ocultado la existencia de un hijo…

    —Sé a dónde quieres ir a parar. Entiendo que pienses en Emma, pero lo que siento por Nic no tiene nada que ver con ella. Una parte de mí siempre la querrá. —Respiró hondo—. Pero quiero más a Nic.

    Richard lo miró sorprendido. Agarró el vaso y se terminó el wiski.

    —Eres diez años mayor que ella.

    —No me siento tan mayor a su lado. Puede que algún día lo note, cuando tenga tu edad, pero ahora no. Y corrígeme si me equivoco, ¿pero no le sacas ocho años a Livie?

    —Cuando empezamos a salir, las cosas eran diferentes.

    —Cuando empezasteis a salir, Livie apenas tenía dieciocho años, ¿verdad?

    —Como te he dicho, era diferente…

    —Os queríais —le interrumpió Gabe—. Eso es lo único que importa. Y ahora miraros. ¿Cuánto tiempo lleváis casados?

    Richard enarcó una ceja.

    —¿Y qué pasa con William?

    —Se lo presentaré cuando esté lista. Y ya veremos lo que sucede a partir de ahí —le explicó—. Mira, aún no tengo todo resuelto. Ni siquiera le he dicho a Nic lo que siento, pero te lo estoy diciendo a ti. La quiero. Estoy enamorado de ella, así que lo único que puedo asegurarte es que intentaremos ir paso a paso, solucionando los obstáculos que se nos presenten.

    —¿Todavía no le has dicho a mi hija que la quieres?

    —Aún no. —Miró la puerta cerrada—. No era el momento adecuado.

    —Cualquier momento es adecuado para decirle a alguien que lo quieres.
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