Siempre hay un precio que pagar… Esas fueron las palabras de advertencia de Darius a Tempest Trine cuando ésta aceptó trabajar para Los Trovadores Oscuros, la banda de música en la que él ejercía como guardaespaldas. Con su hipnotizante mirada, esa despiadada sensualidad de sus labios y la implacable resolución en su rostro, Tempest temió preguntar a qué se estaba refiriendo exactamente con esa frase. Ella siempre había sido diferente del resto de la gente, llegando incluso a sentirse marginada. Pero desde el momento en que ese hombre la abrazó, envolviéndola en un apasionado hechizo, Darius supo llegar a su interior y comprender el precioso don que le había sido concedido. Pero, ¿ofrecían sus besos un amor y una entrega más allá de lo imaginable… o representaban un peligro mucho más amenazante que las panteras que protegían a la banda de música? En lo profundo de su corazón, Tempest conocía la respuesta y no le quedaba otra opción que aceptar las aterciopeladas caricias de sus labios contra su piel y someterse al mayor placer erótico que jamás había conocido…