Fue Jesús el primero en declarar que era una necesidad absoluta el nacer de nuevo espiritualmente para entrar en el reino de Dios. Le dijo a Nicodemo: "De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios" (Juan 3:3). Esta oración condicional en la enseñanza de Jesús nos está señalando la condición universalmente necesaria para ver y entrar en el reino de Dios. El nuevo nacimiento constituye, por lo tanto, una parte esencial del cristianismo; sin él, la entrada en el reino de Dios es imposible.