Si bien el autor afirma que el autismo es algo que «puede ocurrirle a cualquiera»,[56] cuando se comprueba una suerte de suspenso de la atención, allí donde el niño pierde interés por el mundo, hay de todos modos una predisposición que tiene que ver con una cierta calidad en la relación madre-niño que induce al sujeto pequeño a suspender la atención. Particularmente cuando, en el primer año de vida, éste se enfrenta a estados depresivos de la figura materna que lo llevan a sumirse en la angustia, reacciona con el mecanismo autista