Jamás, nadie

notas periodísticas sobre migración fueron tomadas de los diarios Reforma, El País, The New York Times International Weekly, michoacantrepuntocero.com, sinembargo.com, Animal Político y El Universal.

Jamás, nadie sabrá cuánto te amé, mi niña ojos río Perla, garabatea, finalizando la carta y poniendo su nombre.

Agregó que la mayoría de los migrantes se encuentran en situación de desventaja y sufren discriminación por motivos de raza, etnia o religión. Los migrantes se convierten en un blanco fácil, pues constituyen el símbolo más visible de los cambios.

Eso sí, el libro La raza cósmica, nada menos que de José Vasconcelos, publicado algunos años después, afirmaba que “reconocemos que no es justo que pueblos como el chino, que bajo el santo consejo de la moral confuciana se multiplican como ratones, vengan a degradar la condición humana, justamente en instantes en que comenzamos a comprender que la inteligencia sirve para refrenar y regular los bajos instintos zoológicos”.

Macarena leía, con indignación, mientras ordenaba el menú del día o supervisaba a los niños, las distintas leyes promulgadas, año tras año, en los diferentes estados del norte de la República

Quise retratar, aunque retratar no es la palabra precisa, a los miles de migrantes haitianos y cubanos detenidos en la frontera entre México y Estados Unidos, tratando de sobrevivir mientras logran cruzar. A los centroamericanos que pasan por nuestro país en su camino hacia el vecino del norte, les dediqué otro cuadro. Les damos peor trato del que los estadounidenses le dan a nuestros paisanos. Somos un país racista, represivo, excluyente y clasista.

—No logro imaginar el dolor de mi padre. Ni siquiera me atrevo a pensar lo que sintió. Su familia sólo quería buscar una oportunidad. Al parecer, en esa época hubo una gran sequía en Cantón y la gente se moría de hambre. No llegaron a México a lo idiota: estaban buscando una oportunidad para sobrevivir.

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—Sigo sin entender por qué los asesinaron —cuestiona de nuevo, mientras corta su cuernito a lo largo y le unta una buena cantidad de mermelada.

—Por odio. Por pura envidia. Porque los mexicanos, aunque no queramos aceptarlo, somos asquerosamente racistas. Y los chinos trabajaban por menos dinero, eran más eficientes, obedientes. Buenos comerciantes, lavanderos, horticultores. Buenos trabajadores. Incansables.

—Es como si estuvieras hablando de los migrantes mexicanos en Estados Unidos hoy mismo. Se les hizo a los chinos lo mismo que los gringos a los trabajadores mexicanos.

Hay que saber elegir el libro preciso, el que necesitas en un momento específico, pues los libros, aunque no lo creas, nos dan respuestas, mi estimado xiăo She.

Quién sabe cuándo comenzó el germen de la masacre. Tal vez desde siempre, desde que el hombre es hombre y le teme a quien cree distinto, al otro, al diferente. Desde que envidian lo que los otros poseen. Desde que los seres humanos se atreven a juzgar a los demás por el color de su piel, la forma de sus ojos, sus creencias y costumbres. Entre más lejanos de su propia cultura, peor.