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Sigurjón Birgir Sigurdsson Sjón

El zorro ártico

  • Iván Méndez Ocampocompartió una citael año pasado
    En tu mundo no serían grandes noticias, pero aquí se las considera así: una mujer murió, y un hombre desapareció.
  • Iván Méndez Ocampocompartió una citael año pasado
    Pensó el pa-pa-pasto-or, apre-etó fu-fuer-te la bo-ca para evitar que, que, que sus ú-úl-últimas pala-labras fue-eran, por ejem-ejemplo, «cien libras de café». Aunque la ver la verdad e-era es-sa y-y no no había-había más testi-testigo en la ho-hora de su mu-muerte que que la «Es-e Te-e», la sa-sa-santísi-sima trini-da-a-ad, entonces no le im- no le importa-a-ba. Y de de pro-pronto sér-a Bald-ur sin-sintió-ó pe-pena de sí mis-mismo mismo.

    Susu-susurró a la la oscu-oscuri-ridad:

    —U-un agu-aguje-ro as-quero-o-so.

    Eso le hizo sentirse algo mejor.

    Y esperó su muerte.
  • Iván Méndez Ocampocompartió una citael año pasado
    Séra Baldur sospechó que aquellos podían ser sus últimos momentos de vida y, naturalmente, hizo lo posible para rebelarse contra el destino.
  • Iván Méndez Ocampocompartió una citael año pasado
    El poema sonaba in-ininterrumpidam-mente en la ca-cabeza del hombre-bre como una mosca ence-rrada en un vaso, s-sin qu-que pudiera evitarlo. Te-tenía ca-calor y fri-frío, calor he-helado y frío de fu-fuego a la ve-ez. Intent-tó con todas sus fu-fuer-zas record-recordar otras his-historias, ot-otros poemas, pero to-todo se había ido, se había-ía escap-pado de su memoria congelada, y so-olo tení-tenía un úni-nico pesam-iento acuci-ciante:

    —Ay, a-ay, qué ho-orror mori-ir con es-ta absur-absur-da lista de compras, lis-lista de com-compras e-en los la-labi-labios.
  • Iván Méndez Ocampocompartió una citael año pasado
    Entonces llegó la respuesta de la montaña al disparo.
  • Iván Méndez Ocampocompartió una citael año pasado
    Las rachas de viento llevan el canto del cobre valle arriba, hasta el interior de la sala de Fridrik, y allí oye sus ecos…, no, es la certeza de que el entierro de Abba está teniendo lugar en ese preciso momento lo que hace resonar una campana diminuta dentro de su alma.
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
    Séra Baldur monopolizaba la caza de raposos en la comarca, y con eso lograba algún ingreso extra, pues las pieles se pagan bien
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
    El gato viejo se hizo un rasguño en Nochevieja, y eso significa que habrá una tormenta peligrosa; esta es la meteorología que practicamos aquí
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
    Muchos años después, Sölvi volvió a pasar por la granja donde vivía Laufey. Allí habían sucedido las cosas más horribles: la madre se había quitado la vida tomando veneno y el padre había vendido la muchacha a unos marineros extranjeros, mientras él se marchaba al seminario. Aquel miserable era Baldur Skuggason, por entonces diácono de la parroquia de Höfði; y a cambio de su hija de doce años de edad le dieron una escopeta anticuada y una bolsa de perdigones
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
    Lo mejor para ti, mi querido Brynjúlfsson, y que la suerte te acompañe… ad urnam.
    Tu querido compañero y confidente en las fronteras «del mundo habitable»,
    Fridrik Be.
    Post scriptum: Otra vez más, te ruego perdones lo fastidiosa que es esta carta. Prometo que la próxima será mejor, ¡y entonces me tomaré una copa como premio
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