La belleza y el horror son, sin vueltas, los dilemas que atormentan al protagonista de esta novela y se fusionan en un interrogante de eco adorniano, si es posible la belleza en el mundo después de la matanza concentracionaria. Al mismo tiempo, en el nuestro, la cuestión rebota y provoca preguntas incómodas. Proyectadas en narración, estas cuestiones parten la subjetividad de un investigador de literatura neurótico y pequeño burgués que se encuentra a sí mismo al enfrentar su doppelgänger: por un lado la subjetividad del estudioso atraído por la estética y, por otro, las miserias que lo contaminan al hurgar en ella aunque se fugue de sí mismo a Galápagos. Cómo se interpretan las imágenes de las víctimas que capturó Diermissen, un SS, mientras participaba y registraba el crimen numérico: arte, testimonio, crimen son las opciones. Y todas ellas exigen una toma de conciencia, un modo de pararse ante lo por venir. Lebensraum es una novela ambiciosa: Bogado ha escrito con impasibilidad una confesión que se lee como thriller de un desgarramiento, un relato extraterritorial donde la noción de identidad se borronea en la persecución de una pertenencia mayor: la especie humana y su desconsuelo. Lebensraum es el nombre de la derrota del nazismo en el frente ruso. Ahora es también el de una novela que obliga a pensar.
Guillermo Saccomanno