Los interesantes

Se daba cuenta de que así era como empiezan las amistades, una persona revela un momento de extrañeza y la otra decide limitarse a escuchar y no aprovecharse de ello

Un banjo no era el arma idónea, porque la música folk en sí misma no era tan poderosa.

Jules estaría en la lista para siempre, algo que solo les ocurría a unos pocos de los amigos que habían llegado más tarde.

Ethan estaba preparado para ello, igual que un médico que administra a su paciente una pequeña dosis de un alérgeno con la esperanza de desencadenar una reacción.

Se daba cuenta de que así era como empiezan las amistades, una persona revela un momento de extrañeza y la otra decide limitarse a escuchar y no aprovecharse de ello.

Un primer beso, pensaba Jules, tenía que atraerte a la otra persona como un imán; el imán y el metal estaban destinados a fundirse y derretirse en una aleación ardiente de plata y rojo

sintió que aquella chica la comprendía, aunque no le hubiera contado nada.

Ethan era especial y le gustaba el hecho de que la hubiera elegido a ella. Era un genio y eso contaba mucho.

Los sentimientos me inundan como una gran marea y me encuentro indefensa ante sus ataques.

–De hoy en adelante y puesto que somos las personas más interesantes que han pasado por este puto mundo –dijo Ethan–, puesto que somos tan irresistibles y tenemos los cerebros a punto de estallar de pensamientos intelectuales, nos vamos a llamar los Interesantes. Y que la gente con la que nos crucemos se caiga muerta de lo interesantes que somos, joder.