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Elena Poniatowska

De noche vienes

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  • Josué Osbournecompartió una citahace 3 meses
    Mal a quién? —chilló Esmeralda.

    —A los hombres que engaña, a sí misma, a la sociedad, a los principios de la Revolución mexicana.

    —¿Por qué? Los días compartidos son días felices, armoniosos, que a nadie dañan.

    —¿Y el engaño?

    —¿Cuál engaño? Una cosa es no decir y otra cosa es engañar
  • Shizuma Liconacompartió una citahace 7 meses
    PERO, USTED, ¿NO SUFRE?

    —¿Yo?

    —Sí, usted.

    —A veces, un poquito, cuando me aprietan los zapatos…
  • Rafael Ramoscompartió una citael año pasado
    Pero como ya la sentencia estaba dictada y no podían apelar a la Suprema Corte de Justicia porque el caso había recibido demasiada publicidad, tuvieron que conformarse con ir, cada uno por turno, a la visita conyugal en Santa Marta Acatitla, lo cual de todos modos no cambiaba mucho la situación de facto et in situ, puesto que anteriormente sólo la veían una noche por semana. Incluso ahora coincidían en no pocas ocasiones los domingos en la visita general, cada uno con algún antojito en el que tuvieron que ponerse de acuerdo para no repetirse y llevar un variado espectro que complaciera a Esmeralda así como a Lucita, a Carmelita, a Tere, a García, a Carvajal, a Pérez, a Mantecón y al agente del Ministerio Público que de vez en cuando se presentaba muy circunspecto habiéndose aficionado a las respuestas de la acusada
  • Rafael Ramoscompartió una citael año pasado
    Otros, en cambio, fueron testigos de que entre la concurrencia, detrás del barandal gris de madera pintado y vuelto a pintar con una capa cada vez más delgada, Esmeralda Loyden sintió que la taladraba la mirada intensísima de Pedro Lugo Alegría, su acusador, y en el otro extremo los anteojos de miope de Julio, quien le hizo una señal amistosa con la mano. En el momento de subir a la julia, Esmeralda no vio a Carlos, pero sí a Livio, con el pelo casi al rape y los ojos arrasados en lágrimas. Todavía alcanzó a gritarle: “¿Por qué te lo cortaste? Ya sabes que no me gusta”, cosa que inmediatamente consignaron los periodistas.
  • Rafael Ramoscompartió una citael año pasado
    pero que como ella entraba en el segundo turno no le constaba y no podía abundar al respecto, ya que se le había hecho tar… —así nada más “tar” porque a Lucita no le cupo la sílaba “de” y simplemente la dejó caer— y por lo tanto y a renglón seguido se veía en la necesidad de enviar al quejoso a la dirección a recabar mayores informes
  • Rafael Ramoscompartió una citael año pasado
    Los de la fuente habían dado la noticia en forma escandalosa: “Cinco, como los dedos de la mano”, a ocho columnas en la sección de policía y el Ovaciones en grandes titulares negros publicó: “Vaya quinielita y el jockey es una mujer”, con tres puntos de exclamación de cada lado. Un editorialista inició sombríamente su columna: “Una vez más es confrontada y puesta a prueba nuestra naturaleza primitiva”, y abundó en lo de los bajos instintos, y otro, obviamente un técnico del Conacyt, habló de la multiestratificación de la mujer, su cosificación, el trabajo doméstico no asalariado que por ende no le permite acceder a las señeras cimas de la cultura y otras peligrosas tergiversaciones que los lectores se prometieron leer para más tarde.
  • Rafael Ramoscompartió una citael año pasado
    En ese juzgado todos usaban corbata pero se veían sucios, sudados, la ropa pegada como cataplasma, los trajes lustrados, llenos de lamparones, del horrible color café que acostumbran los morenos y los hace parecer una tablilla de chocolate rancio. Lucita suplía su baja estatura con colores chillones; por ejemplo, una falda verde con una blusa nailon amarilla o al revés; puras combinaciones cirqueras, pero ahora su expresión era tan entusiasta que se veía atractiva; el interés los ennoblecía a todos; habían dejado de chanclear, rascarse, embarrarse en contra de los muros; ninguna desidia podía flotar ahora en el recinto; cobraban vida, recordaban que alguna vez fueron hombres, y no sólo eso sino jóvenes, ajenos al papeleo y a la tarjeta marcada; una gota de agua cristalina resplandecía sobre cada una de sus cabezas: Esmeralda los estaba bañando.
  • Rafael Ramoscompartió una citael año pasado
    Es usted una pu… Se comporta como una prosti… —curiosamente, ante ella no podía terminar las palabras; su sonrisa lo cohibía; mirándola bien nunca había visto a una muchacha tan bonita; no es que fuera bonita así a las primeras de cambio sino que iba creciendo en salud, en limpieza, en frescura; parecía acabada de bañar, eso era, recién salidita del baño, ¿cuál sería su olor?, pue’ que a vainilla, una mujer con todos sus dientes, bien que se le veían cuando echaba la cabeza para atrás riéndose, porque se reía la muy descarada—
  • Rafael Ramoscompartió una citael año pasado
    ¡Gentes como usted minan nuestra sociedad en su base, destruyen el núcleo familiar, son una lacra social! ¿Qué no se da cuenta de todo el mal que ha hecho con su conducta irresponsable?

    —¿Mal a quién? —chilló Esmeralda.

    —A los hombres que engaña, a sí misma, a la sociedad, a los principios de la Revolución mexicana.

    —¿Por qué? Los días compartidos son días felices, armoniosos, que a nadie dañan.

    —¿Y el engaño?

    —¿Cuál engaño? Una cosa es no decir y otra cosa es engañar.

    —Usted está loca. Además, lo va a corroborar el alienista; de eso tenga plena certeza.

    —¿Ah, sí?, y entonces, ¿qué pasará conmigo?

    —¡Ah, hasta ahora se preocupa de eso! Es la primera vez que piensa en su suerte.

    —En realidad, sí, licenciado, nunca ha estado dentro de mi carácter preocuparme.
  • Rafael Ramoscompartió una citael año pasado
    Y de veras, la muchacha se veía bien; la piel saludable y limpia, los ojos brillando de salud; toda ella de una apacible tersura. ¡Ah!, y también el pelo le brillaba, un pelo de animalito recién nacido, un pelo fino que daban ganas de acariciar así como daban ganas de jalar su nariz respingada.
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