llevamos dentro es tan peligroso como perder la conciencia crítica, nos aparta de las verdaderas dimensiones del hecho literario, esa complicidad que debe establecerse entre un autor y la persona que se apropia de él para soñar, amar, odiar y pensar en una doble vida. El verdadero reto consiste en ser exigente, cada vez más exigente, pedir un buen vino, pero saborearlo no con matemática de enólogo, sino con alma de borracho. Un sorbo quizá, tan solo un sorbo para no caer en el alcoholismo y no pagar las facturas que pasan los años. Pero que ese sorbo condense la pasión de un borracho