Abro YouTube. Tengo que solucionar esto ahora más que nunca. Le entrego un auricular y me quedo con el otro. Escribo Hamilton karaoke, y cuando empieza a sonar Alexander Hamilton comienzo a cantar. Me entrego como Arthur lo hizo con «Ben». Siento que me mira mientras intento seguir la letra, mientras intento no concentrarme en las personas que pasan junto a nosotros al tiempo que hago una pobre imitación del espectáculo que muy pronto comenzará justo detrás de nosotros. Pasa un minuto y Arthur no reacciona. Pero después:
—My name is Alexander Hamilton —canta Arthur. Papel principal. Por supuesto.
Cantamos juntos el resto de la canción, uno de nosotros haciéndolo mucho mejor y con más soltura que el otro. Pero él es la única audiencia que me importa.
Cuando la canción termina, estoy listo para disculparme. Pero Arthur coge mi teléfono y busca una cover de «Only Us», de Dear Evan Hansen y se acerca a mí mientras canta las palabras So what if it’s us, what if it’s us, and only us. Esta canción es muy bonita. Qué se siente al ser amado por alguien que te ve como eres realmente. Cómo el mundo —el ajetreo de Times Square— desaparece cuando estás con la persona correcta. Cuando es mi turno para elegir la próxima cover, escojo «Suddenly Seymour», de Little Shop of Horrors, una película que vi con mis padres hace unos años. Él elige «The Wizard and I», de Wicked. Yo voy a por más y pongo «Can You Feel the Love Tonight», de El rey león. Desearía poder leer la mente de Arthur mientras se mece al compás de la música. Arthur elige «What I Did for Love», de A Chorus Line, y cada canción que elegimos parece como si estuviéramos teniendo una conversación sin decir ni una sola palabra.
—Una más —pide Arthur.
—Podemos quedarnos aquí toda la noche —aclaro—. Aunque a mi teléfono solo le queda un veinte por ciento de batería.
Pone un coro de un instituto que canta desaforadamente My Shot, y desearía ir a esa clase de instituto que tiene concursos de talentos para poder ver algo como eso en persona.
Lo que solo me recuerda que deberíamos estar dentro del teatro.
—Lo siento mucho, Arthur. Nunca me lo perdonaré. Deberíamos estar viendo el espectáculo real.
—Sé que esto puede sonar poco creíble, pero esto me ha gustado aún más.
—¿En serio?
—Ben, millones de personas pueden decir que estuvieron dentro del Richard Rodgers Theatre y vieron Hamilton. Somos los únicos que podemos decir que nos sentamos en la acera y escuchamos mucho de Broadway en una sola noche.